EL LUGAR ELEGIDO

de Giorgio Dibitonto

Rafael me había dicho: “Me volverás a ver”. Recordaba bien sus palabras y por tanto esperaba volver a verlo pero pensaba sólo a una visión angélica o a seres espirituales existentes más allá de nuestra dimensión física. De repente vino la visión del lugar que Rafael había elegido para el encuentro: “Observa bien el lugar”, me había dicho su voz. Comencé entonces a intuir que había un programa que se estaba llevando a cabo y no estaba tan seguro que se tratase sólo de una visión espiritual.

Después fui guiado hasta el lugar del encuentro. Me ayudó una fuerza para mí extraña, a superar mis miedos y titubeos. Estaba yendo a mi primer encuentro cercano extraterrestre que luego se produjo. Todos nosotros, los hombres formamos parte de un diseño universal donde nada es casual. No tenemos conciencia de ello hasta que un día nos ocurre algo que nos hace tocarlo con mano. Es lo que me ocurrió en aquel lejano 1980. De repente sentí que me llamaban para participar en un diseño previsto. Se me dio la oportunidad de hacer todo lo que se me pedía para entrar.

En la fase preparatoria, en la visión y en el escuchar la voz, en el viaje que me llevaba al lugar del encuentro, vivía en un mixto de alegría y de temor, de curiosidad y de ganas de dejar todo atrás, pero algo o alguien me empujaba a seguir. Me había dado cuenta que no se trataba de un hecho aislado, ocasional sino que había entrado en un programa según un plan previsto.

Me encontré después cara a cara con aquel “plato grande plateado que a momentos parecía de vidrio fundido con estaño”, suspendido en el aire. “Todo alrededor tenía luces de varios colores y debajo mostraba tres esferas grandes. Me sentí atraído hacia lo alto, sólo entonces todo sentimiento de temor se desvaneció”.

“Fascinado miraba fijamente aquella luz mientras que sentía una insólita alegría que me entraba en el ánimo dándome una sensación de felicidad”.
Después tuvo lugar la revelación de su procedencia y entonces “tuve un sentimiento de liberación y de grandeza que jamás había sentido antes. Era como si los angostos límites de mi mente hubiesen desaparecido”.
Esto es lo que se siente en presencia de estos seres superiores mientras te das cuenta que has sido llamado para participar en su programa. Hoy llamo a este plan previsto “misión” y sé que todos nosotros estamos en este mundo para hacer nuestra parte en la familia universal.

Si no desapareciese el temor, si no fuesemos alcanzados por aquella alegría y no se sintiera un sentido de liberación de las estrecheces de la mente humana, experimentando una fuerza nueva, no sería posible continuar.
Cuando el objeto espacial desapareció y “sobre los árboles quedó una nube vaporosa que lentamente se desvaneció”, todas estas nuevas emociones y estos sentimientos se quedaron en mi corazón y me sentí una persona nueva.
Hoy sé que es lo que sucede cuando se viene sensiblemente contactado por realidades superiores y benéficas. Ilamémoslas Ángeles o Extraterrestres, - hablamos de hijos de Dios fieles a su amor universal - son mensajeros y operadores celestes que actúan en el nombre y en el amor de Dios mismo. Con ellos y delante de sus manifestaciones, teniendo conciencia de ser partícipes de sus misiones en favor de los hombres de la Tierra, desaparece cualquier temor, alegría y sentimiento de liberación entran a formar parte de nosotros y de nuestra vida. Nos damos cuenta enseguida que, si nosotros lo queremos y lo acogemos, nos llenan de una luz superior capaz de producir buenos frutos y un gran bien para nosotros y para los demás. ¿Quizás no son esa paz y esa alegría de la que nos habló Jesús en su Evangelio hace dos mil años?