LA ASTRONAVE-MADRE. PRIMERA PARTE

de Giorgio Dibitonto

Cuando uno se encuentra ante un espectáculo tan insólito y humanamente inexplicable – como el que he descrito en el capítulo 6 de “Ángeles en astronave” - se queda uno tan atónito que parece que todas las facultades interiores y exteriores de nuestra persona quedan como suspendidas, inactivas. Sólo es capaz de mirar y admirar para adentrarse en lo que se manifiesta.

La astronave que a inicios de 1980 se acercó y se posó en los prados de las cimas de Spotorno ha sido capaz de esculpir, en quien ha asistido, en los ojos y en el corazón una imagen que no se cancelará nunca. Así igual las sensaciones, las emociones y los sentimientos que aquella visión hizo brotar de lo profundo, permanecen vivos aún hoy después de tantos años y lo serán siempre.

Pienso que algo similar han visto y han sentido aquellos que, en los tiempos antiguos, se encontraron delante de la “nube” descrita en la Biblia. Ezequiel vio la gran “nube” y la describió en el primer capítulo de su libro en la Biblia. “Vi”, escribió, ”un viento huracanado que venía del norte: una gran nube y un fuego zigzagueante con un resplandor en torno, y desde el centro del fuego como un resplandor de ámbar”.

Cuando tuve el avistamiento y tuve el encuentro cercano con la astronave-madre en Spotorno, no conocía el libreo de Ezequiel y mucho menos su visión. Cuando después lo leí, me quedé maravillado por la similitud con algunas cosas que se me habían mostrado. Había visto la astronave-madre y Ezequiel vio la gran nube. Vi salir de la astronave cuatro discos voladores y Ezequiel describe cuatro seres vivientes.

El profeta describe la “nube” como en medio a un fuego zigzagueante con un resplandor en torno, y desde el centro del fuego como un resplandor de ámbar. El ámbar es una sustancia que frotándola muy fuerte produce mucha energía eléctrica. El profeta ve la nube que frotaba con fuerza en el aire y que se carga de destellos incandescentes de energía luminosa. En Spotorno vimos una cosa similar y la describimos muy parecida a la citación bíblica: “La luz (de la astronave en forma de cigarro o puro) aumentaba de intensidad y ahora lo veíamos bien. Tenía una longitud varias decenas de metros (tal vez 100-200 m.) y tenía una altura que llegaba hasta la cima de los árboles situados detrás en el punto donde parecía más panzudo. Una larga serie de ventanillas redondas emitían en la noche haces de luces coloreadas que parecían no ir más allá del espacio cerrado del área del lugar. Pasados algunos minutos se iluminó completamente, tanto que parecía un crucero de fiesta y mucho más. Nos sentíamos atraídos por los colores y de la luz difusa por doquier, como si fueran tantas fuentes que no lográbamos localizar”.

“La luminosidad del cigarro o puro aumentó todavía más, y de las ventanillas inició un juego de luces que pareció a nuestros ojos una fiesta inimaginable por su belleza y variedad. Aquella luz y aquellos colores, aquellos juegos rítmicos y alegres hacían vibrar en el ánimo cosas que es difícil de explicar”.

Después de esto asistimos a lo siguiente y también Ezequiel describe una realidad parecida. En “Ángeles en astronave” escribí: “De un extremo del cigarro salieron, uno detrás del otro, cuatro discos tan luminosos que parecían globos de luz blanca. Se fueron a posar en el prado, en el espacio libre que había entre nosotros y el enorme “cigarro”. Se abrieron [los cuatro discos] y salieron hombres y mujeres. Como justamente comenta George Adamski en su tercer libro “Los discos voladores volverán”, (Ed. Mediterranee), capítulo 10 “La Biblia y los ovnis”, el profeta describe de la misma manera sea los medios espaciales que aquellos que bajan de los mismos. Él habla de “cuatro seres animados” que “tenían semblanza humana” y describe el disco volador: “Los seres iban y venían rápidos como el rayo. Yo miraba esos seres y vi una rueda en el terreno al lado de ellos, de los cuatro. Las ruedas tenían el aspecto y la estructura como de topacio y las cuatro la misma forma, su aspecto y su estructura era como de una rueda en el medio a la otra rueda. Se podían mover en cuatro direcciones sin tener que girarse para moverse. Su circunferencia era bastante grande y las llantas de las cuatro estaban llenas de ojos alrededor”.

La “rueda en la rueda” de Ezequiel corresponde a la brida y a la bóveda del disco volador vistos por Adamski y por innumerables personas. Los “ojos todo alrededor” corresponden a las ventanillas. El profeta escribe que estaba delante de la gloria del Señor y que aquellos seres se movían empujados por la fuerza del espíritu: “cuando esos seres vivientes se movían, también las ruedas se movían al lado de ellos, y cuando los seres se levantaban del suelo, también las ruedas se levantaban. Dondequiera que el espíritu las empujase, las ruedas iban e igualmente se levantaban, porque el espíritu del ser vivo era en las ruedas. Cuando ellos se movían, ellas se movían; cuando ellos se paraban, ellas se paraban y cuando ellos se elevaban del suelo también las ruedas se elevaban, porque el espíritu del ser vivo estaba en las ruedas”.

Ezequiel está por tanto describiendo unos seres espirituales que tienen el poder de hacer mover, volar y parar las ruedas que nosotros hoy llamamos discos voladores. ¿No habla de los Ángeles? Cuando George Adamski, en el mismo libro y capítulo citados, dice que los terrestres han disparado contra los discos voladores, se pregunta si no hayan disparado contra los Ángeles. Sea Ezequiel que Adamski hablan de la Gloria del Señor, de la manifestación de los Ángeles en las formas cósmicas. “Ángeles en astronave” describe estas visiones y estos contactos de forma similar y dice que esos Hermanos dijeron que eran los Ángeles de la Biblia.

En el libro bíblico de Tobías, el arcángel Rafael se muestra como un joven hombre bajo el nombre de Azarías, entonces no tendría que uno maravillarse si a Spotorno los Ángeles se nos han mostrado como hombres y mujeres con un nombre. Extraterrestres significa que proceden de mundos y dimensiones espaciales.

Ellos nos recordaron el pacto de alianza que Dios hizo con los hombres a través de Noé, escrito en el Génesis y nos dijeron que las nubes de las profecías en aquella ocasión para el tiempo del final o inicio del reino de Dios, eran astronaves celestes o la Gloria del Señor. Está escrito: “Leed”, [Rafael] sigue insistiendo “leed cada palabra [del pacto de Dios con Noé en el Génesis] y meditadla. Dios dijo a Noé: «Quando acumularé las nubes sobre la tierra y se verá el arco iris sobre las mismas, entonces yo me acordaré del pacto con vosotros y con todos los seres vivos de cada especie, y las aguas no serán más un diluvio para destruir toda carne».

“¿No os parece [explicó Rafael] que se intensifican las apariciones de nuestras naves espaciales en sus cielos? Nosotros os lo aseguramos: el Padre nos ha dicho que este es ya el momento en el que Él tiene intención de reunir las naves de los hijos fieles sobre la Tierra y pronto será visible tambièn el arco iris sobre ellas porque será clara la alianza entre nosotros y el Padre, alianza que se extenderá también a los hijos de la Tierra. Sobre esas naves del cielo estaremos nosotros y estará sobre todo Aquel [Jesucristo] que prometió volver sobre las nubes del cielo con gran potencia y gloria. Él con nosotros os llevará al Edén para repoblar su jardín” . Sólo después leí las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo (capítulo 24) : “Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre [Jesucristo]. Todas las razas del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Enviará a sus ángeles con un gran toque de trompeta y reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo al otro del cielo” (versículos 30-31). “Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé” (versículo 37).

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