EL SER CON LAS ALAS DE LUZ

de Giorgio Dibitonto

Desde niños nos han enseñado que Dios existe, que hay Ángeles y que nuestros difuntos han ido al cielo o a vivir a otro lugar. Pero cuando nos sucede que tocamos de alguna manera con nuestra mano ese otro lugar todo se hace nuevo y diferente, no como antes. Creo que fue lo mismo que le pasó al apóstol Tomás, él ya había visto Jesús en su vida terrena realizar milagros portentosos. Pero cuando pudo tocar con su mano el cuerpo del Señor que estaba muerto y constató que estaba vivo, que era de carne y hueso, una transformación irreversible sucedió dentro de él.

George Adamski, el conocido y discutido contactista californiano, hizo saber al mundo que había entrado en contacto tambièn físico con personas de otros mundos. Se podrá discutir hasta el infinito sobre las modalidades más o menos aceptables o creíbles con las cuales lanzó su mensaje, pero queda claro que esa fiebre de divulgar una tal noticia a la humanidad derivó de algo que había entrado en él y que se había transformado en una conciencia misionaria. Él llevó a cabo su propósito divulgativo sin tener en cuenta las gravísimas dificultades que eso supuso.

En el primer capítulo de “Ángeles en astronave” con el título de “El ser de luz”, he contado lo que me sucedió por primera vez. Ver un “joven de una belleza extraordinaria”. Como había descubierto de poder beneficiar a los enfermos con la pranoterapia, un hombre me había pedido ayuda para un estado de malestar que tenía a pesar de los cuidados médicos. El hombre estaba en posición supina y yo le tenía puestas las manos sobre la cabeza para darle alivio. Fue mientras estaba así que entreví en la habitación aquella luz que he descrito en el primer capítulo del libro y en medio de aquella luz me apareció el arcángel Rafael, cuyo nombre significa medicina y curación de Dios.

Rafael se convirtió en una presencia constante que me acompañaba a todos los lados y me hacía estar bien. Cuando un Ángel te envuelve con su luz, esa luz te entra dentro y parece no abandonarte nunca más. He reflexionado a menudo en estos años desde el principio de 1980 cuando se produjo esa aparición, sobre los efectos que tuvieron sobre mí. Creo que la cosa que más me impresionó fue saber que los ángeles existen de verdad y que están cerca de nosotros. Se pierde de esta forma ese sentido de soledad en el que se vive en este mundo respecto a la vida y a la conciencia de la muerte. Desde aquel momento, incluso en las crisis inevitables, sabes que no estás solo y esto te ayuda porque rellena ese vacío que existencialmente la humanidad conoce en este planeta. Quiero decir una cosa sobre la Introducción que he puesto al inicio del libro. He cogido un fragmento de George Adamski que hace referencia a las palabras del Evangelio. De hecho Jesús afirmó que la casa del Padre tiene muchas moradas. Adamski espera que hoy se pueda comprender cuanto la religión y el clero nos han desde siempre enseñado. Porque a su parecer todo esto encuentra confirmación en los tantos signos y señales de estas manifestaciones y contactos extraterrestres, espirituales y físicos.

La pregunta que él pone a los ministros del culto y a los sacerdotes es ciertamente provocativa pero para nada ofensiva. Él hace una pregunta retórica para decir: incluso vosotros, ministros del culto y sacerdotes reconocéis que todo lo que nos habéis enseñado es cierto ya que algunos de nosotros tienen la suerte hoy de tocar con mano la realización de las profecías. Existe la vida más allá de nuestro planeta y los Ángeles y otros seres humanos vienen de otros mundos y de otras dimensiones para visitarnos, para ayudarnos, para darnos auxilio y para enseñarnos, siendo ellos más cercanos al Amor y a la Verdad divina que nosotros. Ellos nos anuncian que estamos en el tiempo de la realización del reino de Dios profetizado desde siempre. George Adamski afirma que no son mentiras lo que nos habéis enseñado sino verdad y realidad.

Es lo que me ha pasado a mí en el 1980 cuando vi a Rafael vestido de luz y cuanto se me reveló a continuación. A partir de aquel momento no podía tener dudas acerca de la existencia extraterrestre. Las experiencias que tuve con otros amigos míos me confirmaron que George Adamski no había mentido aunque refirió algunas cosas de tal manera que podían ser incomprendidas. De hecho, al menos formalmente, en sus formulaciones y en sus narraciones aunó los Ángeles puros espíritus con los extraterrestres como hombres de carne y hueso como nosotros que visitaban la Tierra. Contó otras cosas que lo acusaron de impostor y que me gustaría tratar en esta página web.

Que los Ángeles se presentan de carne y hueso, no lo olvidemos, está narrado en la Biblia. Los Ángeles de Dios se aparecen a Tobías de carne y hueso, también a Abrahán y a otras personas de las Sagradas Escrituras. En la Biblia Ésos comen, beben, se lavan y hacen las mismas cosas que los humanos fisicamente, pero de esto trataré más adelante, a la luz de las experiencias que he referido en el libro.